Capitulo 104
Capitulo 104
Capítulo 104
¿A dónde más se suponía que iria Miguel? Pero claro que fue hasta arriba para ver al hombre que intent aba quedarse con su mujer; no importaba de quién se trataba, él no iba a permitir que ninguna otra pers ona pusiera sus manos sobre Anastasia.
La puerta que daba a la oficina de Elías fue abierta con un empujón para que luego entrara una persona ; Elías subió la mirada para ver que Miguel entraba con la misma aura que una joven pantera lista para atacar. Elias entrecerró sus ojos mientras lo miraba.
–Qué te trae por aquí? Debiste decirme que vendrías.
Miguel colocó sus manos sobre la mesa, a la vez que sus ojos no expresaban más que una constante a dvertencia. Têxt © NôvelDrama.Org.
–Elías, intentas cortejar a Anastasia? – Elías se encontraba tecleando sobre la computadora, pero sus dedos se detuvieron cuando lo escuchó, por lo que dijo con total calma:
–¿De qué estás hablando?
– Anastasia es la mujer a la que siento interés y tú no estás permitido quedártela, al igual que no debes, para nada, involucrarte con ella en el n ombre del trabajo. – Miguel defendió a su presa con todo su poder.
«Nadie se acercará a ella, ini siquiera Elías! ¡No!». Ese hombre lo miro con una mirada distraida a la vez que le decía con calma:
– Ella no le pertenece a nadie. Todos tienen el derecho de ir tras ella. El apuesto rostro de Miguel se cong
elo cuando pudo sentir un aura opresiva al instante. El no se sentiria tan estresado si hubiera sido cualq uier otro hombre que estuviera tratando de conseguir a Anastasia; sin embargo, en el caso de que fuera Elías, Miguel se llenaría de pánico debido a que tendría a un rival lleno de trucos.
Dentro del corazón de Miguel había una cierta sensación de desamparo y frustración. Si el tenia éxito, el la sería su esposa; pero si fracasaba, ella se convertiría en la esposa de su primo. No, estaba claro que no se iba a rendir, pues Miguel no era el tipo de persona que admitiria la derrota con tanta facilidad, inclu so si su rival era su propio primo. Fue en ese momento que el tomó la decisión de que haría todo en su poder por conseguir la mano de Anastasia. El ya no tenía ojos para alguna otra mujer, pues en su coraz ón solo cabía Anastasia.
Miguel miró al hombre que estaba en la silla, aquel que emanaba un encanto de madurez; respiro hondo y dijo:
—Bien, hay que competir de manera justa y veamos quién se queda con ella al final. – Con esas palabras, él se dio la vuelta y se fue. Elías entrecerró sus ojos debido a que nunca espero que ellos dos cayeran enamorados por la misma mujer al mismo tiempo. En realidad, Elías no estaba preocupado en lo más mínimo; si Anastasia si fuera a ena morarse de su tonto primito, él no dejaría de cortejarla por dos años completos.
Los sucesos que le ocurrieron a Anastasia le habían provocado que evitara a los hombres tanto como le fuera posible; ella se protegia con dureza y con una armadura impenetrable, al igual que no confiaría su corazón y cuerpo con tanta facilidad a algún hombre. Siempre y cuando ella
supiera eso, seria un desperdicio de tiempo y esfuerzo si incluso Miguel iba tras ella con todo lo que teni a. No iba a ser fácil conmover el corazón de esa mujer.
El teléfono de Anastasia sonó de repente dentro de su oficina, por lo que lo levantó al instante para ver q ue la llamada era de Eva, por lo que contestó la llamada de inmediato.
–Hola, señora Palomares.
– Anastasia, ite encuentras ocupada? – preguntó Eva con su dulce voz.
– Todo está bien, tengo las manos libres en este momento.
– Si lo estás, me puedes decir. Haré que Elías te baje la carga de trabajo. Tú todavía tienes a un hijo al qu e debes de cuidar, así que no te sofoques con el trabajo.
– Descuide, señora Palomares. No me encuentro saturada en lo más mínimo. ¿Me quería decir otra cosa ? — Anastasia no quería fastidiar a Elias y menos quería conseguir algún trato especial de su parte.
–¿Te encuentras disponible este viernes? Me gustaría invitarle a un banquete de caridad que se hará en mi nombre. –Anastasia estaba estupefacta.
«Qué asista a un banquete?».
– Anastasia, muchas personas muy importantes atenderán a este banquete, por lo que será de mucha ayu en el futuro. Te puedo ayudar a que establezcas ciertas conexiones con personas de la clase más alta y
–Claro, iré al banquete –aceptó Anastasia.
–Muy bien, te veré allí. Te enviaré la carta de invitación más tarde.
–Gracias por la invitación, señora Palomares. Me siento halagada.
– De acuerdo, nos vemos. Toma las cosas con calma, puedes pedirle ayuda a Elías si es que llegas a enco
– Está bien. Gracias por su preocupación, señora Palomares – dijo Anastasia con una sonrisa. Ella no pudo evitar suspirar con alivio cuando la llamada terminó; tomó la decisión que, cuando llegara el día, lo único que haría seria pasar